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Ni Apple ni Samsung ni mucho menos Huawei o Xiaomi. Ninguno de los actuales líderes del negocio del móvil fabricaba teléfonos a finales del siglo pasado. Algunos ni habían nacido y otros andaban distraídos en sus asuntos. Altavista era el buscador de moda y los teléfonos inteligentes cursaban primaria. En Italia triunfaba una estirpe de telefoninos compuestos únicamente por una carcasa de plástico, para lucirlos por la calle como si fueran auténticos. No sólo se permitía aparentar con ellos en el coche, sino que hacerlo se premiaba con envidia en los semáforos.